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Para evitar los autos en doble fila, más colegios organizan el “sube y baja” de los chicos

Ya hay 70 establecimientos que armaron sistemas para recibir a los alumnos sin que sus padres salgan del vehículo. Así, no hay embotellamientos en las horas pico.

Por noveno año consecutivo, familias, maestros y directivos de una escuela de Belgrano se preparan para renovar el operativo de entrada y salida de los chicos al establecimiento.

A lo largo del tiempo, lograron desarrollar un mecanismo que les permite agilizar este momento que, en general, dura poco más de 20 minutos. Un tiempo que, aunque breve, provoca caos en las calles de las escuelas aún no organizadas, brotes de furia en algunos conductores y bocinazos. Todo, apenas comenzado el día.

“Entendimos que lo más práctico es evitar que el adulto baje del auto.

Entonces nos organizamos con padres y madres que abren la puerta de los autos, ayudan a bajar a los chicos con sus mochilas, y los dejan en la puerta de la escuela, donde los reciben los maestros. Una de las claves es generar hábito en los voluntarios y, por supuesto, contar con todo el apoyo de la comunidad de la escuela”, explica a Clarín Agustín Raffo, papá y vicepresidente de la comisión directiva del Colegio Pestalozzi.

El establecimiento está en Freire, entre La Pampa y Sucre. Para la hora de la salida, el año pasado un papá desarrolló una aplicación que lee la patente de los autos que se acercan a la puerta del colegio y dispara un aviso a la maestra. Así, ella acerca al alumno.

“Pensamos las soluciones mirando lo que ocurre en otros lugares del mundo. Pero las adaptamos e hicimos un programa a nuestra medida.

A favor, nuestra escuela ocupa toda una cuadra y esto nos facilita la organización. Pero no tengo dudas de que se puede hacer en todas las escuelas”, opina Raffo.

El Pestalozzi tiene 1.200 alumnos entre nivel inicial, primaria y secundaria.

También impulsa una campaña para que se use menos el auto.

Según datos oficiales, en la Ciudad hay 2.861 establecimientos educativos, 1.058 de los cuales son privados, entre jardines, escuelas primarias y secundarias. Para paliar el caos que se genera en muchos de ellos, la Secretaría de Tránsito y Transporte viene trabajando con el programa “Sube y Baja". También se basa en que los padres no desciendan de sus vehículos.

Por el momento el proyecto se aplica en 70 escuelas y esperan que para el primer semestre se hayan sumado otras 60. Este programa comenzó a funcionar en 2017 y ayudó a eliminar el estacionamiento en doble fila, una de las mayores problemáticas que se detectan en los alrededores de las escuelas.

Como cada institución tiene su particularidad, el programa se adapta a los entornos. “La idea es aportar soluciones ajustándose a las calles internas, avenidas y paradas de colectivos. Se entregan las pecheras para los voluntarios, conos y piezas gráficas para explicar el método”, explican en Tránsito y Transporte.

Cada barrio tiene su dinámica. En la zona de Primera Junta, sobre la avenida Rivadavia entre Víctor Martínez y Cachimayo, hay cuatro colegios.

En época de clases, la mano hacia el centro se convierte en un embudo al que se suman las líneas de colectivos que usan la avenida. “En ocasiones hay hasta dos y tres filas de autos. No todos estacionan, pero la mayoría busca quedar lo más cerca posible de la vereda. Al problema se suma que Rivadavia se angosta después de Emilio Mitre, ya que allí está el ingreso al subte A. Entonces, los embotellamientos son tremendos”, cuenta a Clarín un padre con tres hijos en una de esas escuelas.

Para evitar estas cuadras, muchos estacionan sobre la avenida Alberdi, paralela a Rivadavia. Pero ahí está prohibido estacionar y por la zona hay agentes de tránsito que hacen fotomultas. Los ampara el hecho de que dejó de tener vigencia una ordenanza que permitía detenerse hasta 15 minutos por el ingreso o egreso de los alumnos.

El St Brendan's, en Superí y Juramento, es otro colegio a punto de implementar el “Sube y Baja”. Desde su dirección aclaran: “Queda terminantemente prohibido estacionar en doble fila o adelantarse por fuera del corredor”. Y advierten que habrá agentes de tránsito en las inmediaciones “verificando que se cumplan estrictamente las normas”.

En donde ignoran deliberadamente todas las normas de tránsito es en la escuela de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), en San Juan y Lima. Por momentos, sobre San Juan se forma un tapón en medio del horario pico de ingreso a la Ciudad.

Sobre el lado izquierdo hay hasta triple fila de autos estacionados, y doble fila del lado derecho. En esa esquina siempre hay al menos cuatro agentes de tránsito. Los que también sufren las consecuencias son los vecinos. Nunca falta el padre que estaciona obstruyendo los garajes de edificios o de viviendas; incluso sobre las rampas. Y, como es usual, son adultos que no admiten estar haciendo algo incorrecto.

“No tengo dónde estacionar” y “Son sólo dos minutos” son las excusas de cabecera. En una Ciudad con una importante cuota de desorden en las calles, las escuelas suman su parte. Pero las experiencias que incluyen la participación comunitaria demuestran que hay soluciones posibles.

“Los voluntarios abren la puerta del coche, ayudan a bajar a los chicos y los entran a la escuela, donde los recibe un docente”.

Agustín Raffo Padre de un alumno del Pestalozzi

EN CIFRAS

2.861 Establecimientos educativos hay en la Ciudad, entre los distintos niveles educativos. Los privados son 1.058.

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