Así surge de datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial; aunque cometen menos faltas de tránsito y usan más el cinturón de seguridad que los varones, aún hay una fuerte disparidad; iniciativas para lograr la equidad.
Volvió de Miramar la semana pasada, con su hija María, de unas vacaciones cortas que decidió tomarse para descansar en familia. La ruta, dice, estaba cargada, pero eso no opacó el viaje porque a Patricia Terradillos, que sacó la licencia de conducir recién a los 40 años, le gusta manejar. "Siempre encontraba una excusa para no sacar el registro. Había aprendido de joven, pero después me puse miedosa", reconoce Terradillos, que luego de que su marido enfermara de cáncer fue quien tomó el volante del auto familiar.
En la Argentina, apenas tres de cada diez licencias de conducir son de mujeres, aunque desde hace cinco años, y según datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), la mujer comenzó a sumar protagonismo a la hora de conducir un automóvil y a escalar en el mundo de las motos.
¿Por qué hay tanta diferencia entre hombres y mujeres que conducen? "Hay muchas causas, historias familiares en que solo los hombres eran los que manejaban, haber vivido un accidente e incluso la comodidad de depender del otro. Hay mujeres que tienen miedo y piensan que el manejo no es para ellas", dice Luly Dietrich, que lidera desde hace una década la comunidad Mujeres al Volante, que tiene como objetivo incrementar el porcentaje de licencias femeninas en todo el país.
Para Vilma Azcurra, la primera mujer dueña de una academia porteña de conductores, el miedo es una de las razones más frecuentes que exponen las mujeres, sobre todo después de los 30 años. Según su experiencia, que llega de las miles de historias escuchadas en sus clases, "la postergación y el sometimiento siguen aún muy arraigados en este rubro", opina la experta, que en su escuela recibe un 80% de inscripciones femeninas.
"Ya lavé los platos". La calcomanía está pegada en la luneta trasera de un auto estacionado sobre la calle Blanco Encalada, en Villa Urquiza, y la frase pretende tomar con ironía el insulto más común que suelen dedicar a las mujeres sus colegas varones.
Y si el asfalto sigue siendo un terreno fértil para la discriminación de género en situaciones en que la mujer está al volante de un auto particular, la brecha se agranda cuando se trata de conductoras al mando del transporte de pasajeros.
Son pocas, en algunos sectores contadas con los dedos una mano, pero hay cada vez más iniciativas -privadas y de políticas públicas- que pretenden llevar a las mujeres a ocupar el asiento del conductor en los colectivos de líneas urbanas, los taxis, los camiones y en los sistemas de movilidad que funcionan a través de aplicaciones digitales, como Uber o la exclusiva para mujeres Sara, que comenzará a funcionar en el mercado la semana próxima y que tiene como objetivo mejorar dos problemáticas: ofrecerles una salida laboral a las conductoras y velar por la tranquilidad de las pasajeras.
En agosto pasado, Elena (que prefiere resguardar su apellido por haber denunciado a su expareja por violencia de género) se anotó en la formación que lanzó la Secretaría de Transporte porteña para conducir un taxi. Desde entonces trabaja jornada completa y gracias a su regreso al mercado laboral pudo dejar el hogar en el que vivía y alquilar un departamento para ella y sus dos hijos. "La gente se sigue sorprendiendo cada vez que se sube a un transporte público y hay una mujer al volante. Pero, con los años, tengo la esperanza de que la relación se equipare. Manejar bien o mal no tiene que ver con el género", asegura.
Ya son 1125 las conductoras de taxis porteñas, y Paula Bisiau, subsecretaria de Movilidad Sustentable y Segura de la Ciudad, cuenta que se abrió nuevamente la convocatoria para llegar a las 2000. "El objetivo es dar una alternativa real a mujeres que buscan independizarse y ser autónomas. Llegamos a un acuerdo y el sindicato es el que paga el costo de la formación, y los nuevos cursos empiezan en marzo".
Menos infracciones
Mal estacionamiento y exceso de velocidad: son las dos infracciones más comunes que comparten hombres y mujeres cuando están al volante de un vehículo. Sin embargo, al analizar la cantidad de transgresiones a la norma -y teniendo en cuenta la cantidad de licencias vigentes según género-, ellas cometen menos faltas. De acuerdo con los datos registrados por la ANSV en el período 2015-2018, las mujeres cometieron el 13% de las infracciones totales, mientras que los conductores son responsables del restante 87 por ciento.
Además, un estudio realizado por el Observatorio Vial de la ANSV, que analizó el comportamiento al conducir, reveló que las mujeres utilizan más el cinturón de seguridad que los hombres, sin importar la posición que ocupen dentro del vehículo.
"Teniendo en cuenta que el cinturón es el principal elemento que puede salvar una vida en un accidente, las conductoras lo utilizan en el 58% de los casos, mientras que en los hombres se reduce al 48 por ciento", cita el informe, elaborado en octubre pasado, para el Día de la Madre.
Además, el mismo sondeo, que se realizó en todo el país sobre una muestra de 82.545 vehículos, señala que cuando ellas conducen, se incrementa el uso del cinturón en todas las posiciones del resto de los pasajeros. Principalmente, en el uso del sistema de retención infantil (el huevito o la butaca) en menores de 0 a 4 años. Para Luly Dietrich, al igual que sucede en otros países, como Estados Unidos, el objetivo de máxima es llegar al 50% de licencias femeninas. "Saber conducir es una herramienta más de autonomía, de libertad, aunque no se tenga auto propio. Hay una tendencia para que la mujer conduzca distintos medios de transporte y no hay que desaprovecharla", concluye.
Patricia Terradillos se animó y rindió el examen a los 40