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9 de cada 10 argentinos consideran que manejan “mal o muy mal”

Según un informe elaborado por La Caja con el análisis de Culturalia -un equipo de reconocidos antropólogos viales- la conducta de las personas en la calle está a “libre interpretación de las normas y la culpa en el otro”

La seguridad vial atraviesa a toda sociedad ya que la siniestralidad vial es un problema mundial para el desarrollo de los países y una de las principales causas de muerte, discapacidad y enfermedad. Una de las maneras de abordarla es desde el enfoque antropológico que permite comprender cómo reacciona la población frente a distintas situaciones típicas de las calles de la ciudad y por qué.

Con esta premisa, La Caja se propuso estudiar los comportamientos que despliegan distintos grupos que circulan por la vía pública, para identificar patrones y/o conductas de riesgo más frecuentes.

“Desde la perspectiva de las ciencias sociales, la conducta humana, sobre la base de potencialidades genéticas propias de la especie, es modelada por la sociedad y la cultura, dentro de condiciones históricas particulares. La conducta vial no es caprichosa, es aprendida, y es aprendida con valores que tienen que ver con la historia del país o de la región y la historia de la ciudadanía. Podemos afirmar que la forma en que nos conducimos como usuarios de la vía pública, tanto en calidad de peatones como de conductores de cualquier vehículo es algo aprendido en un marco socio-histórico y estatal dado, en nuestro caso, el argentino”, explicó Pablo Wright, antropólogo vial y miembro de Culturalia.

El estudio de La Caja consistió en una encuesta de opinión -realizada de manera online y a través de una activación en DOT Baires Shopping los días 16 y 17 de noviembre- sobre más de 500 casos totales divididos en 4 segmentos: conductores de autos, motos, ciclistas o peatones, sobre un rango etario de 18-50 años en hombres y mujeres.

El objetivo de la investigación fue indagar las conductas de los automovilistas, peatones, ciclistas y motociclistas en la vía pública. Evaluar la conciencia y el compromiso con la seguridad vial de cada actor social, determinar el grado de conocimiento y cumplimiento de las normas de tránsito para cada segmento y valorar la percepción del riesgo de cada segmento.

“Yo en la calle me manejo bien, el problema son los demás”

El 90% de los encuestados considera que los argentinos conducimos mal, sin embargo, para la mitad de ellos este es un problema ajeno. La vara con la que se juzga el propio accionar no es igual a la que se aplica con otros, a quienes se les exige total cumplimiento de las normas.

El consumo de alcohol y la falta de respeto a las normas de tránsito se denuncian como principales causas y bajo compromiso individual en la toma de conciencia y prevención vial.

“Observamos que aparecen espacios viales donde los actores seleccionados parecían no sentirse parte de un sistema de interacciones viales pautadas por las normas, o sea, parte de un juego colectivo, sino, por el contrario, como hechos individuales desgajados de todo contexto mayor. Y en este contexto, la culpa la tienen siempre los ‘otros’, como una entidad a-social y anónima que amenaza nuestros desplazamientos viales. Concluimos entonces que los umbrales de riesgo viales son flexibles y determinados por la situación concreta que enfrenta el actor vial, dentro del cual siempre los más grandes y rápidos -colectivos y autos- conspiran contra el resto de los actores, aunque los motociclistas parecen ser los más flexibles de todos”, explicaron los antropólogos.

Anomía, la ley del más fuerte en las calles

Según datos de la investigación, un 15% de los entrevistados considera que no es necesario usar el cinturón de seguridad vehicular todo el tiempo, dependiendo de la clase de espacio vial a recorrer -calle, avenida o ruta-, o de la distancia del trayecto; o bien que la velocidad cuando hay poco tránsito puede incrementarse -esto lo aseguraron 3 de cada 10 interlocutores-. En autopistas y rutas el uso del cinturón aumenta al 90%, mientras que en el asiento trasero solo un 50% exige usarlo.

En este sentido, los antropólogos destacan que la idea de que los trayectos “cortos” parecerían tener otras leyes físicas aparece cuando se afirma que “en trayectos cortos los niños pueden ir adelante”, un 30% de los encuestados opinó esto.

“Los datos que muestra la encuesta refuerzan la premisa que los argentinos como ciudadanos tenemos una actitud ambigua hacia las normas que regulan las interacciones en la vía pública, y que ellos -aunque no lo evidencie explícitamente la opinión de los encuestados—puede entenderse como producto de la historia ciudadana argentina. Dentro de ese juego ambiguo vial, la conducta de todos los actores viales encuestados muestra una actitud de flexibilidad hacia las normas de seguridad vial que introducen nociones ad hoc o “populares” sobre las leyes de la física, de la biología e incluso de psicología. Todas ellas parecen conformar un sistema práctico donde existen interpretaciones muy creativas de las normas adaptadas a las circunstancias concretas de las escenas viales”, agregó Alejandro Otamendi, antropólogo vial y miembro de Culturalia.

Algo similar ocurre con el uso del casco, que no tiene la misma aceptación dentro de ciclistas o motociclistas condicionando su utilidad a la velocidad del vehículo. En el caso de los motociclistas un 96% asegura que éste salva vidas, mientras que, en el caso de los ciclistas, se constata que al 37% no le parece imprescindible su uso, “porque van despacio”. El uso del casco al conducir motocicletas parece estar internalizado como norma de seguridad por todos los participantes de la encuesta a pesar de que en la práctica se registren en la calle un número concreto de que el uso efectivo del mismo es sensiblemente menor.

“Aunque las conclusiones de la encuesta sugieren la existencia de anomia, es decir una falta o ausencia de normas, lo que existe, por el contrario, desde nuestra óptica de análisis, es un sistema abierto normativo práctico que la gente conoce y que reproduce en cada coreografía vial. A partir del conocimiento de estas prácticas viales y sus sentidos, que esta encuesta contribuye a visibilizar, podrán ser modificadas a partir de acciones pedagógicas tanto por parte del estado como del sector privado”, concluyen los especialistas.

Autopercepción y percepción de los otros

- El motociclista conforma el segmento más temido por todos, que más caos y riesgos provoca en el tránsito (siendo al mismo tiempo el que mejor percepción tiene de sí mismo).

- El ciclista es el actor menos temido en general (a excepción de los automovilistas); pero que porta mayor riesgo: escaso uso de elementos de seguridad y marcada predisposición a circular por espacios no autorizados (veredas, fuera de bicisendas).

- El automovilista es el único que alcanza altos niveles de temor hacia sí mismo. Hay un fuerte cuestionamiento entre ellos.

- El peatón se siente amenazado por todo lo que lleve ruedas. Sus actitudes, muchas veces imprudentes, representan una amenaza en especial para quienes circulan en dos ruedas. Cuando los demás actores perciben que el peatón no se maneja correctamente, lejos de aumentar su prudencia, los avasallan.

El uso del celular

Los resultados de la investigación arrojaron que es altísima la distracción con el uso de celulares mientras se transita por la vía pública por parte de todos los actores. Los conductores de vehículos y los peatones son quienes más lo utilizan para mantener comunicaciones con otros.

“Existe una concepción “popular” de las funciones cognitivas en relación con lo vial, se encuentra una actitud que no tiene en cuenta las distracciones cognitivas que produce el uso del celular mientras se conduce. Entre automovilistas un 67 % asume que lo usa, y dentro de quienes lo usan, 11% para redes, 32% para hablar, 47% para ver apps de mensajería, 55% para escuchar música y 71% como GPS. También son recurrentes en la encuesta el uso del celular por parte de peatones, ya sea caminando por las veredas o al cruzar las calles”, aseguraron desde Culturalia.

En el caso de los motociclistas, un 50% admite que desatiende el entorno para chequear su dispositivo en los semáforos y un 33% que permanece disponible para sus contactos en el celular mientras circula.

Los números aumentan en el caso de los ciclistas, más del 80% reconoce usar el celular mientras pedalea. Escuchar música y la función GPS son las prestaciones más utilizadas; no obstante, en un 40% lo utilizan para comunicarse con otros (vía WhatsApp, llamadas o redes sociales).

https://www.infobae.com/inhouse/2019/12/18/9-de-cada-10-argentinos-consideran-que-manejan-mal-o-muy-mal/

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