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60 km/h, el “mágico” límite de velocidad

El 28 de enero de 1896, Walter Arnold se convirtió en la primera persona en recibir una multa por exceso de velocidad. Ocurrió en Paddock Wood (Inglaterra). Viajaba en un Benz a 12,8 kilómetros por hora (km/h). El límite era 3,2 km/h. La multa: un chelín.

Los autos dejaron de ser “carruajes sin caballos” hasta transformarse en uno de los objetos más comprados y deseados. Los límites de velocidad se elevaron para acompañar el poder de los motores. 

En muchos lugares del mundo, incluida Argentina, se fijó en 60 km/h la velocidad máxima para las avenidas urbanas. ¿De dónde surge esa cifra? ¿Cómo debería definirse la velocidad máxima de una calle? 

“No existe una propiedad mágica de los 60 km/h respecto de los accidentes urbanos”, dice un estudio del Colegio Australiano de Seguridad Vial. Y explica que velocidades más altas, e incluso más bajas, pueden ser peligrosas y provocar accidentes. 

En definitiva, el límite de velocidad de una calle no debe fijarse de manera arbitraria, concluye el trabajo. Y existen varios métodos para establecerlo. El más común es a partir de “la velocidad del percentil 85”, es decir, el tope de velocidad a la que circula el 85 por ciento de los vehículos. 

La ventaja es que el límite se define “por mayoría”, por lo que tiene consenso. De alguna manera, es lo que reclaman muchos conductores cordobeses cuando aseguran que en algunas avenidas el límite de 60 km/h es bajo y que será imposible respetarlo “porque la mayoría circula a más velocidad”. 

El problema de este criterio es que los conductores muchas veces no saben evaluar los riesgos de conducción. 

En los últimos años, varios distritos de EE.UU. elevaron los límites de velocidad con el criterio del “percentil 85”. Según un estudio reciente del Instituto de Seguros para la Seguridad Vial de ese país, esta medida ha provocado 37 mil muertes más en los últimos 25 años. 

Otro método es “por el riesgo vial”, que se basa en el diseño físico de la vía y se ajusta por las condiciones de tráfico esperadas y por otras variables. Es el que está detrás de que, por norma, en Argentina se circule a 60 km/h en una avenida. 

Es arbitrario si se fija lo que dice la norma sin tomar en cuenta variables propias de cada arteria, como cantidad de carriles, semaforización, intersecciones, cruces peatonales, etcétera. 

El tercer método es el de “minimización de lesiones”. Implica adecuar las velocidades para que la energía del choque no provoque lesiones graves o muerte en ninguno de los usuarios. De esa forma se limita la velocidad a 30 km/h en ciertas calles. 

Muchos países europeos han adoptado este criterio. En 2018, Madrid fijó en 30 km/h la velocidad máxima para las calles de un carril o de un carril por sentido. La medida afectó al 85 de las arterias madrileñas. El objetivo es favorecer la movilidad peatonal, reducir los atropellos e impulsar la coexistencia de los autos con las bicicletas. 

El exceso de velocidad es una de las principales causas de accidentes de tránsito y de que estos sean fatales. 

Si un auto choca con un peatón a 50 km/h, este tendrá un 20 por ciento de probabilidades de tener una lesión grave o de morir. El riesgo aumentará al 60 por ciento si el auto circula a 80 km/h. 

A 50 km/h, un auto necesita 25 metros para frenar, mientras que a 60 km/h requiere 36 metros. 

El tema parece ser polémico, pero la evidencia nos acerca dos certezas: la velocidad es una de las causas de accidentes viales y el límite no debería fijarse de manera arbitraria.

 

https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/60-kmh-magico-limite-de-velocidad

 

Límite de Velocidad

Córdoba

 

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